A medida que pasa el tiempo, acumulamos una variedad de personas en nuestra “lista” de personas que nos han hecho daño.
Ya sean aquellos que nos dejan para siempre, otros que nos hacen daño físicamente, nos robaron o explotaron, nos mintieron o mostraron cualquier otra conducta hiriente que uno pueda pensar.
Con cada persona que se une a esta “lista” llevamos otra dolorosa carga sobre nuestros hombros.
Básicamente, comenzamos a torturarnos por el comportamiento de otros en los que no podemos ni influir ni cambiar.
Nos duele profundamente repensar la situación una y otra vez, imaginando lo que nuestra vida habría resultado si no nos hubiera pasado eso.
Por desgracia, lo que sucedió no se puede deshacer.
Nadie es capaz de limpiar la pizarra (figurativamente hablando).
Sin embargo, nosotros tenemos la posibilidad muy poderosa de perdonar y dejar ir el lastre que llevas en nuestros hombros.
Ser capaz de perdonar es un regalo para uno mismo.
Al no perdonar, la persona dañada está encadenada a la persona que le hizo el daño y, mientras no la perdone, no podrá sustraerse al poder que tienen el ofensor y la ofensa sobre ella.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas