No le demos mil vueltas al asunto que nos angustia!
Está bien reflexionar sobre algo, pero que pensemos una y otra vez sobre lo mismo no nos ayudará a resolverlo.
Podemos reconocer un pensamiento obsesivo cuando…
● Rumiamos constantemente acerca de un problema sin decidirnos.
● Tememos que, si no realizamos determinada acción (tocar algo, decir determinada oración, etc., etcétera), podría sucederle algo a un ser querido.
● Sentimos necesidad de realizar rituales (por ejemplo, tocar tres veces un picaporte) para evitar una desgracia.
● Nos empecinamos en amar a alguien que no nos ama.
●Dudamos permanentemente en qué está bien y qué está mal.
● Sentimos miedo (a estar locos, a estar enfermos, a perder el trabajo, a quedar en ridículo, a cometer actos ilícitos, etc.).
Salgamos a dar una vuelta, distraigámonos, corrámonos del problema.
Y cuando volvamos a él, tendremos la cabeza más fresca para encontrar una solución.
La idea es controlar los pensamientos obsesivos quitándoles poco a poco su carga de angustia.
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Cariños y sonrisas