¿Qué es lo que más deseamos en la vida? Para la gran mayoría de nosotros, la respuesta es “ser feliz.”
En una encuesta de 2007 de más
de 10.000 personas, de 48 países, publicaron en Perspectivas de Ciencias
Psicológicas, que la felicidad fue vista
como más importante que el éxito, la inteligencia, el conocimiento, la madurez,
la sabiduría, las relaciones, la riqueza y el sentido de la vida.
La felicidad es
buena. Sin embargo, el autor dice que cuando nos centramos únicamente en lo
que creemos que nos hará felices, podemos perder la pista de que hacer realmente.En 2007 un economista de Princeton Alan Krueger, y un premio Nobel Daniel Kahneman y sus colegas publicaron un artículo titulado “¿Seguimos divirtiéndonos más todavía?” Ellos plantearon la siguiente pregunta: ¿El progreso social, la prosperidad económica y los avances tecnológicos de los últimos 50 años cambiaron la calidad de nuestras vidas? ¿Estas nuevas oportunidades han permitido que pasemos más tiempo haciendo lo que más nos importa, lo que aumenta nuestra satisfacción y sentido de la vida?
Para la mayoría de nosotros, la respuesta es no.
La mayoría
de los occidentales gastamos menos del 20 por ciento del dìa en actividades muy
atractivas, agradables y significativas (como hablar con los amigos cercanos,
la unión con sus seres queridos, crear, jugar, o seguir una práctica
espiritual).
En cambio, la mayor parte de nuestro tiempo gastamos en actividades de trabajo y tareas insatisfactorias (Viajando para ir al trabajo, haciendo cola en la oficina de correos, sujetos a accesorios rotos) o relajándose en formas que no traen alegría ni desafío (ver televisión, comer bocadillos o simplemente “no hacer nada”).
No tiene porqué ser así, podemos introducir en nuestra búsqueda de la felicidad algunos elementos de
sorpresa.En cambio, la mayor parte de nuestro tiempo gastamos en actividades de trabajo y tareas insatisfactorias (Viajando para ir al trabajo, haciendo cola en la oficina de correos, sujetos a accesorios rotos) o relajándose en formas que no traen alegría ni desafío (ver televisión, comer bocadillos o simplemente “no hacer nada”).
Una de las claves más confiables que han sido pasadas por alto respecto a la felicidad, es cultivar y ejercitar nuestro sentido innato de curiosidad.
Eso es porque la curiosidad – es un estado de interés activo y
genuino, desear saber más acerca de algo – crea una apertura a experiencias
desconocidas, lo que nos da las bases para mayores oportunidades de experimentar el
descubrimiento, la alegría y el placer por eso debemos nutrirla y desarrollarla.
Con la práctica, podemos aprovechar el poder de la curiosidad para transformar
las tareas cotidianas en experiencias interesantes y agradables. Podemos usar la curiosidad para crear intencionalmente, para preguntar, indagar y jugar con casi cualquier situación que
nos encontramos y convertirla en interesante.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas