martes, 1 de febrero de 2011

La culpa - Parte 2

Buenos y preciosos días! Cómo están, bellas personas? Espero que maravillosamente bien... acuérdense que de ustedes depende!
Siguiendo con el artículo de ayer, les repetiré el último concepto  para refrescarles la memoria, porque lo que sigue está ligado con ella: la culpa, en cierto grado, puede ser importante porque induce a la reparación.
"Desde luego es un termómetro que mide la temperatura de nuestras acciones, cuando en lo personal no ayudan a logran el objetivo a alcanzar o nos llevan a situaciones conflictivas.
Cuando la culpa se manifiesta y empezamos a pensar:
-por qué no se midieron las consecuencias de las acciones que realizamos,
-por qué no hemos estado atento,
-por qué no reflexionamos,
-po qué no evaluamos lo que pensamos realizar,
es cuando nos enfrentamos a ella y empezamos lo que ello ha originado.
Si no sabemos enfrentar la situación ello pueda dar paso a serios problemas que van afectar lo físico, psíquico, salud.
Cuando sucede algo negativo, tendemos a buscar culpables. Hasta tal punto se da esa tendencia que se puede reaccionar de dos formas ante las frustraciones:
  1. quienes sistemáticamente se autoinculpan de lo que sucede (soy el culpable),
  2. quienes piensan que la culpa siempre la tienen los demás
  3. y, por último, quienes no echan la culpa a nadie, bien porque no entran a juzgar o porque no le otorgan excesiva importancia a los contratiempos que la vida nos depara.
La culpabilidad, es la emoción que despilfarra mayor cantidad de energía emocional. ¿Por qué?. Porque por definición, uno se siente inmovilizado en el presente por algo que ya paso,
Y no existe culpabilidad por grande que sea, que pueda cambiar la historia. El grado de inmovilización puede abarcar desde una pequeña incomodidad hasta una severa depresión.
Se agrega, que se considere, que las reacciones de autoinculpación provocan en el individuo un estado de ansiedad cuyo origen podemos encontrarlo en sistemas de educación rígidos. La familia, la escuela, las creencias religiosas, o el medio social han estado tradicionalmente cargados de leyes y normas de conducta regidas por el miedo al castigo. Así, hemos ido interiorizando paulatinamente este catálogo represivo hasta que terminan constituyendo parte de nuestra personalidad. Es como un juez o policía que llevamos dentro y que actúa imponiéndose a la espontaneidad de la acción y del pensamiento.
Las personas con este sentimiento de culpa se llenan de obligaciones aunque éstas no les correspondan. Son extremadamente escrupulosos y exigentes a la hora de enjuiciarse y viven pendientes de que el castigo o la sanción pueda caer sobre ellos. Una autoinculpación puede ocasionar episodios depresivos recurrentes y hasta graves".
Cómo es muy largo y mu interesante, vuelvo a cortar este artículo, quedándonos por ver como nos acosa el remordimiento, pero mucho más importante: como podemos pelear contra este sentimiento tan grave, que como ya hemos visto, nos inmoviliza! 
Cariños y sonrisas y vivan bien, traten de ser felices
Irene

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Cariños y sonrisas