Vivimos pensando que el perdón es para la persona que nos ofende, pero la realidad es que el perdón nos hace libres a nosotros mismos.
No somos perfectos, y en algún momento hemos ofendido, como también hemos sido ofendidos, pero si nos ponemos a pensar, en cuánto nos pesa cargar esa maleta día a día consideraríamos soltarla mucho antes y evitar así que esa falta de perdón nos vaya deteniendo el caminar.
Cómo avanzar en el camino, si la maleta es tan pesada si no podemos perdonar al prójimo?
Sí…muchas cosas nos han herido, pero el tiempo pasa, y quizás ese rencor, esa raíz de amargura que retienes en tu corazón, y permitirá que sea mayor el dolor y el orgullo y opacará todo lo hermoso que cada día se nos permite como una nueva oportunidad.
Por qué tengo que dar el primer paso si soy el ofendido? No hay que esperar a que el ofensor se acerque a pedirnos perdón, porque mientras más tiempo pase, más meditaremos en la ofensa, mas crecerá, más dolor causará. Más bien, lo más pronto posible y aunque no tengamos el deseo de hacerlo, tomemos la decisión de perdonar, no porque el otro lo merezca, sino porque queremos sanar el corazón, sacar el dolor y vivir en libertad.
Es posible que el dolor no desaparezca inmediatamente, pero si cada vez que el suceso viene a nuestra mente recordamos que ya perdonamos, con el tiempo la herida sanará y dejará de afectar nuestra relación.
Sabemos que hay un hoy, pero no sabemos de mañana.Muchas veces el tiempo pasa, y posponemos dar ese abrazo, esa palabra, que el orgullo tantas veces quiere opacar.
Y cuando lo damos o cuando la pronunciamos, la sensación de libertad que sentimos es indescriptible, y el aire que respiramos se hace limpio.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas